sábado, 7 de noviembre de 2015

EL ARTE Y EL RENACIMIENTO: CONTEXTO HISTÓRICO Y CARACTERÍSTICAS

El Renacimiento es el nombre dado al amplio movimiento de revitalización cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes hallan el campo de las artes aunque también se produjo la renovación en la literatura y las ciencias, tanto naturales como humanas.

Ahora bien, en el siglo XV se produce un cambio en la forma de ver el mundo con respecto a la Edad Media. Con el auge de las ciudades y la formación de la burguesía. El Renacimiento italiano se origina en ciudades como: Florencia, Milán, Venecia y Roma.
Las ciudades son el reflejo del poder de sus habitantes. Por eso, los nobles y burgueses ricos utilizaban el arte como forma de propaganda política. Se convirtieron en mecenas, personas que patrocinaban las artes, de los artistas. Comenzando así la modernidad en el arte.



Por otro lado en el renacimiento se busca la perfección, a tal punto que el hombre se propone alcanzarla mediante la inteligencia y la habilidad. Esta técnica se manifiesta mediante la simetría y el equilibrio, la sencillez y la claridad. Asimismo, sale a flote la admiración de la antigüedad clásica grecolatina.

A partir de esto en el Renacimiento se busca resaltar el naturalismo, desapareciendo el simbolismo medieval, el artista tratará de representar el mundo sensible cada vez de una manera más suelta y consciente. Tomando como imitación la arquitectura de Grecia y Roma

El término de Renacimiento nos da una clara idea de su significado “vuelta a la vida”, en contraposición a la de idea de “oscura Edad Media”. Se trataba de “volver a nacer”, recuperando las formas pérdidas de la Antigüedad clásica, reinterpretándolas y adaptándolas al nuevo lenguaje artístico en torno a dos conceptos: la perspectiva y la proporción.

A través del desarrollo del arte renacentista, el cual se vio plasmado a través de manifestaciones artísticas en la arquitectura, la escultura, la pintura, predominaron unas características fundamentales que se ven reflejadas en todas las producciones de esta época.

El primer rasgo es el humanismo, el cual abarca un humanismo racional, no el emotivo de la Edad Media, dando paso al antropocentrismo donde el hombre se convierte en el “centro” de todo y es con referencia a él cómo se estudia todo el ámbito de la existencia.
Hombre de Vitruvio, Leonardo da Vinci.
Dibujado alrededor de 1940.
Por otro lado con el individualismo, el hombre se define por su individualidad en todos los planos de la vida, proponiendo un nuevo ideal en el que el hombre es completo, armónicamente desarrollado en todas sus facultades del cuerpo y del espíritu.

Con el humanismo, se da una valoración de la razón frente al sobrenaturalismo medieval en el que el hombre había sometido su iniciativa al pensamiento religioso, y ahora, el hombre renacentista confía en la razón humana como fuente autónoma de conocimientos, capaz de hallar nuevas verdades y de desarrollar por sí solo los distintos ámbitos del saber.
También, se produce una disociación entre cristianismo y la cultura laica, que no es anticristiana sino que los intelectuales de la época se emancipan del monopolio ejercido por la Iglesia, desarrollando una cultura racionalista y un espíritu crítico.

Este humanismo estuvo alentado por la difusión de la cultura clásica, la investigación de textos antiguos, de las lenguas latina y griega, excavaciones arqueológicas, etc., considerándose una resurrección del pasado clásico como origen de la civilización, para ello contó con el gran invento de la imprenta que contribuyó a la difusión de las ideas.

Con el segundo rasgo, el naturalismo, se valora la naturaleza en sí misma, no en cuanto creada por Dios, y se entra a ser estudia sin connotaciones religiosas, investigando y tratando de determinar las leyes físicas por las que se rige. Lo cual, lleva a que se promuevan en la época las investigaciones científicas y técnicas (descubrimientos geográficos, la imprenta), el culto a la vida y amor a la naturaleza.

Ahora bien, partiendo de lo expuesto anteriormente, en la creación y difusión de las nuevas formas artísticas desempeñaron un papel decisivo los mecenas, también conocidos como los médicis o Papas, con el fin de proteger a los artistas y recopilar importantes colecciones.

Este mecenazgo no estuvo exento de cierto carácter interesado, por cuanto, junto al artista también a los mecenas les alcanzaba la gloria de la fama, acrecentando su prestigio social, su poder político etc.

Por todo esto, las obras producidas en esta época dejan de ser anónimas y el artista adquiere una consideración, pasando a ocupar un puesto destacado dentro de la sociedad. Se valora su trabajo y su persona y ellos firman sus obras. Por lo cual, es elevado al rango de “artesano intelectual”.

A diferencia del artesano medieval cuyos temas iconográficos le eran impuestos por una autoridad superior o por una tradición consagrada, el artista renacentista determina con autonomía la orientación ideológica y cultural de su propio trabajo. El arte deja de ser una actividad manual o mecánica y pasa a ser una actividad intelectual o liberal.

El movimiento artístico renacentista con su carácter complejo y variado llegó a establecer unos principios, métodos y formas comunes entre sus manifestaciones artísticas.

La primera de estas es el retorno a la antigüedad grecorromana. El arte renacentista supone un rechazo a las formas artísticas góticas, consideradas propias de los “bárbaros”, sustituyéndolas por otras basadas en los modelos clásicos. Volviendo a las formas y principios del mundo antiguo, no imitándolas, sino, realizando una interpretación, una recreación del mundo antiguo, que ahora se intenta revitalizar en todos sus aspectos.

La segunda es el nuevo concepto de belleza, el cual se considera el arte más como pura recreación del espíritu, el cual aspira a crear arte con belleza. El concepto de belleza se encuentra íntimamente relacionado con la geometría y las matemáticas. Fundamenta racionalmente el ideal de belleza basándolo en la medida, la proporción, el número, el orden y la armonía entre las distintas partes de la obra artística, al igual que en Grecia con los órdenes y el canon.

El hallazgo técnico de la “perspectiva”, también se considera un principio renacentista, es decir, un conjunto de reglas gráficas y matemáticas, que permiten representar con exactitud científica el aspecto de la realidad. Este fue un elemento decisivo para el nuevo arte porque permitía dibujar y mostrar a todos en términos comprensibles el resultado final de la obra artística, es decir, permitía proyectarla.

A lo largo de las obras renacentistas se intentarán distintas formas para lograr la perspectiva:

  • Lineal (mediante diagonales que convergen en un punto, punto de fuga.
  • Caballera (de arriba abajo, como si se proyectara subido a lomos de un caballo).
  • Ilusoria (poniendo elementos fuera de contexto para dar sensación de profundidad)
  • Por degradación de las tonalidades en los colores, para percibir “el aire” que separa los distintos elementos en la composición.


Por último, también es importante el desarrollo de una teoría de las proporciones, que excluye los extremos de lo excesivamente pequeño (por ejemplo, la decoración de miniaturas) o lo demasiado grande (catedrales góticas). Se interesan por el estudio de la anatomía, en cuanto aspecto físico de la persona y su relación con la naturaleza.





BIBLIOGRAFÍA

Gombrich, E.H. (1997). La historia del arte. Phaidon. 



Merlo, C. (2006). La historia del arte: desde la prehistoria hasta nuestros días. Ediciones Robinbook. 

2 comentarios:

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