El país que actualmente se denomina Grecia se conocía antiguamente como Hélade, pero políticamente estaba fragmentado en numerosas polis o ciudades estado independientes entre sí, que unas veces se aliaban y otras se enfrentaban en guerras sangrientas.
La civilización griega ocupaba parte de los territorios de la península de los Balcanes, las islas del Mar Egeo, la zona costera de Asia Menor, actual Turquía, y Creta. Posteriormente en su etapa de mayor esplendor ocuparía el sur de Italia, actual Sicilia (Magna Grecia), sur de Francia y la costa del Levante español.
Su historia puede dividirse en época ‘Arcaica’, época ‘Clásica’ y época ‘Helenística’. Para hablar del inicio de la civilización griega habría que remontarse a las islas de Creta y Micenas, donde debido a su privilegiada situación, dentro del circuito comercial del mar Egeo-Mediterráneo, disfrutaron de un auge económico muy importante, gracias al intenso tráfico comercial que se desarrollaba en la zona con el intercambio de productos entre el norte de África, y el sur de Asia y Europa.
En el siglo V a.C., los intereses de los griegos chocaron con los de los persas en la región de Asia Menor, lo que desencadenó tres guerras entre los dos pueblos: las Guerras Médicas, escenario en el que los griegos obtuvieron la victoria gracias al poderío naval de la ciudad de Atenas y a la unión de todas las polis en la llamada ‘Liga de Delos’, más adelante, derrotados los persas, los atenienses toman el predominio y, de esta manera, el hecho despierta la envidia entre las polis, sobre todo Esparta, desembocando nuevas guerras entre ellos, es decir, guerras civiles, que se saldaron con el declive económico y político de todos los implicados, Guerras del Peloponeso; y por último, en el siglo IV el rey Filippo de Macedonia conquista y unifica las polis bajo su mandato y, posteriormente, su hijo Alejandro Magno extendiendo la cultura griega creando su vasto imperio, Helenismo.
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